Los Perros Detectores son aquellos que, tras el entrenamiento, son capaces de identificar, localizar y marcar el olor de una sustancia o sustancias para las que ha sido entrenados. Esta modalidad de perros de trabajo tiene un gran potencial dado que trabaja con el sentido más desarrollado de los perros. Frente a los 10 millones de receptores que los seres humanos tenemos en las fosas nasales, éstos cuentan con aproximadamente 250 millones. El olfato es su forma natural de conocer el mundo y la función de los instructores es entrenar esas habilidades para potenciarlas y usarlas en favor de la tarea.
Los perros pueden detectar cualquier sustancia que desprenda olor, por lo que se utilizan para detectar todo tipo de cosas. Desde explosivos y estupefacientes, pasando por ácaros, cebos envenenados o personas, hasta llegar a nuestro trabajo, la detección de Hipoglucemias.
En todos los casos el procedimiento que sigue los perros es el mismo:
En primer lugar deben buscar el olor en el aire, gracias a su gran sentido del olfato podrán detectar las partículas que la sustancia desprende para localizar la procedencia de la misma.
Para la localización los perros se sirven de su nariz para reconocer de qué dirección procede el olor e ir acercándose. Cuánto más cerca se encuentran de la sustancia, más concentración de partículas hay en el aire, y por tanto, con más intensidad les llega.
En esta fase se entrena a los perros en diferentes situaciones. Pues la forma en la que el cono de olor (figura que las partículas forman en el aire) se distribuye depende de muchos factores como pueden ser el viento, la humedad, etc.
Una vez localizada la fuente del olor el trabajo del perro consiste en focalizar sobre el punto de mayor intensidad del mismo. Por ejemplo, si hablamos de detección de explosivos en vehículos, el objetivo podría ser focalizar sobre una rueda, un punto concreto de los bajos, la puerta trasera…
Por último, el animal debe marcar que ha detectado la sustancia. Hay diversos marcajes y la elección de unos u otros varía en función de la sustancia, la situación y el trabajo concreto del perro.
Tenemos marcajes pasivos, en los que el perro permanece en una posición concreta fijamente. Los más comunes son manteniendo la posición de sentado delante del foco de olor o el llamado “marcaje lapa” que consiste en mantener la trufa cerca del objeto (sin tocarlo). En ambos casos el perro debe mantener la posición hasta que el guía de por finalizada la búsqueda. Este tipo de marcajes son habituales en el trabajo con explosivos (el mínimo contacto con la sustancia podría detonarla).
Por otro lado, los marcaje activos implican que el perro realiza una conducta determinada para indicar que ha encontrado el foco de la sustancia. Estas conductas varían en función de trabajo concreto siendo las más comunes el rascado y el ladrido insistente. Son éstos los marcajes que se utilizan con los Perros Detectores de Hipoglucemias (PDH) pues nos permiten alertar de forma efectiva al usuario o a su familia incluso si están dormidos.
A los perros se les refuerza tras el trabajo de detección. Los seres vivos aprenden a lo largo de toda la vida y una de las cosas que todos los guías y usuarios de Perros Detectores tienen clara es que para mantener el entrenamiento y ser fiables tienen que tener la oportunidad de detectar la sustancia para la que están entrenados de forma habitual.
El trabajo de detección es en el que más potencial tienen los perros pero también el más complejo para los humanos porque hablamos siempre de trabajar sobre una realidad que somos incapaces de percibir. Pero gracias a los avances científicos en cuanto a entrenamiento animal y a los guías que trabajan para construir metodologías de entrenamiento eficaces el trabajo de detección tiene una gran fiabilidad y aporta gran seguridad y beneficios en todas sus variedades.
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