La diabetes tipo 1 suele desarrollarse repentinamente como consecuencia de una reacción autoinmune del organismo, la diabetes tipo 2 se debe fundamentalmente a malos hábitos de vida y a aspectos genéticos y familiares.

Como se explica en el contenido general de Diabetes, existen varios tipos de esta enfermedad: la 1, la 2, la gestacional y la tipo LADA. La que más afecta a la población infantil es la diabetes mellitus tipo 1, caracterizada porque el páncreas no es capaz de producir suficiente insulina, que es la hormona que ayuda a transformar el azúcar (glucosa) de los alimentos en energía para el organismo. Como consecuencia, ese nivel de glucosa en sangre aumenta, lo que se denomina hiperglucemia y resulta perjudicial para el organismo si no se corrige a tiempo.

En la actualidad, la diabetes infantil (tipo 1) está considerada la tercera enfermedad crónica más común en la infancia. En España, unos 30.000 niños menores de 15 años la padecen, según datos de Federación de Diabéticos Españoles (FEDE).
Se trata de una enfermedad cuya incidencia entre los niños ha crecido de forma alarmante en los últimos años y cada vez se dan más casos, especialmente entre pequeños menores de 5 años.

Todavía no se conoce con exactitud la causa de esta enfermedad crónica. Se produce por múltiples factores que coinciden en un mismo individuo nacen con esa predisposición genética, pero también influyen en su aparición otros factores ambientales (infecciones por virus, malos hábitos de alimentación, sedentarismo…) o inmunológicos (alteración de las defensas del organismo). Los padres de niños con diabetes tipo 1 pueden llegar a sentirse culpables por su posible “herencia genética” o por haber dado al niño una alimentación inadecuada (rica en azúcares). Sin embargo, no hay evidencia científica que demuestre estas hipótesis.

Sintomas

Es entre los cinco y los siete años de edad y durante la pubertad cuando la enfermedad suele ser más común entre la población infantil. Lo que debe alertar a los padres son una serie de síntomas fáciles de identificar y que pueden dar la voz de alarma:

• Sed excesiva (polidipsia).
• Que el niño orine con demasiada frecuencia (poliuria).
• Que moje la cama por la noche (nicturia).
• Que presente una pérdida repentina de peso, aun comiendo normal o incluso más de lo habitual
• Hambre constante (polifagia).
• Debilidad física y cansancio.
• Irritabilidad (en niños pequeños).
• Náuseas y vómitos.
• Visión borrosa.
• Aliento con olor dulce o extraño (como a manzana).
• Infección por hongos.
• Calambres musculares.

Ante estos signos, podemos sospechar que el menor sufre diabetes, pero siempre debemos consultarlo y confirmarlo con un médico especialista.

Las complicaciones agudas que puede conllevar la diabetes tipo 1 se producen en un determinado momento en el tiempo, y son básicamente dos:

• Hipoglucemia. Es una crisis causada por niveles de azúcar en sangre bajos, y se manifiesta con palidez, somnolencia, temblores, hambre o incluso pérdida de conocimiento. En estos casos, es importante subir rápidamente los niveles de glucosa, dando al niño algún alimento azucarado: azúcar, un refresco, un zumo de frutas o galletas y dejando que descanse.
• Hiperglucemia con cetonas (que puede derivar en una cetoacidosisaguda). Es imprescindible consultar con un profesional sanitario para solventarla.
Ambas situaciones, si no se manejan de la manera adecuada pueden comportar un importante riesgo vital. Sin embargo, lo que más preocupa a las personas con diabetes y a sus familias es la posibilidad de complicaciones crónicas, las que aparecen cuando se padece la enfermedad durante muchos años. Pero cuantificar al cabo de cuántos años surgen las complicaciones es difícil, depende de cada persona y de su control metabólico.
En general, si con el tiempo no se subsanan los niveles elevados de glucosa en sangre, pueden aparecer daños en algunas partes del cuerpo, principalmente en:
• Riñones.
• Vista.
• Corazón y vasos sanguíneos.
• Nervios de las extremidades.